Alrededor del 2% de la población puede estar afectada por
artritis reumatoide o alguna de las espondiloartritis (espondilitis
anquilosante, artritis psoriásica, artritis reactiva, artritis asociada a
enfermedad inflamatoria intestinal y espondiloartritis indiferencida). Son
enfermedades inflamatorias crónicas con capacidad destructiva y que pueden
condicionar una importante merma física y psicológica.
Por ello no se deben escatimar esfuerzos en buscar un
conocimiento más profundo de estas enfermedades, en aras de conseguir los
tratamientos más eficaces.
Hasta la fecha no disponemos de tratamientos curativos, pero
en los últimos años el avance en el conocimiento de cómo se producen los
síntomas y el daño en estas patologías, ha llevado al desarrollo de nuevas
terapias más eficaces para el control de estas enfermedades reumáticas.
La interrupción de alguno de los tratamientos por falta
de eficacia o por aparición de algún efecto secundario no implica que
cualquiera de los otros no vaya a funcionar
A los tratamientos químicos de uso común, todavía
importantes, como el metotrexato, la sulfasalacina, la leflunomida, los
antiinflamatorios no esteroideos, los corticoides etc, en los últimos años se
han ido sumando diferentes terapias conocidas como biológicas. Estos
tratamientos se llaman así porque son producidos por técnicas de biología
molecular.
Existen varios tipos de tratamientos que se diferencian por
su diana de acción. En la artritis reumatoide y las espondiloartritis, nuestras
propias células producen unas sustancias que se llaman citocinas, algunas de
ellas son las responsables de la inflamación (proinflamatorias) como el TNF
alfa, la IL-6, la IL-1. Pues bien, estas terapias biológicas lo que hacen es
bloquear selectivamente alguna de estas sustancias o intentar bloquear el
mecanismo de activación de esas células productoras o a algunas de esas células
específicamente. Estos tratamientos son anticuerpos, algunos humanizados y otros
quiméricos (con una parte de su molécula producida del ratón) o proteínas, que
van a bloquear esos mecanismos productores de inflamación.
No se deben escatimar esfuerzos en buscar un
conocimiento más profundo de estas enfermedades
Las terapias con las que existe más experiencia por su
amplio uso mundial y por el tiempo que se llevan utilizando son concretamente
las que bloquean el TNF alfa, es decir los tratamientos antiTNF alfa. Otros
tratamientos biológicos bloquean la estimulación de las células para que no
fabriquen esas sustancias, o inhiben la IL-6 o bloquean a unas células
determinadas como los linfocitos CD-20.
¿Es alguna más eficaz
y segura?
Todas estas terapias biológicas han demostrado una eficacia
superponible, con un perfil de seguridad (es decir de efectos adversos) muy
parecido, aunque como ya he comentado antes, la terapia antiTNFalfa es la que
soporta una mayor experiencia en cuanto a número de pacientes tratados y tiempo
desde que se lleva usando. Su reumatólogo le explicará perfectamente los pros y
los contras a la hora de elegir cuál es el que más se adecua a su caso.
Debe ser un reumatólogo que conoce bien estas terapias quien
le indique y controle su tratamiento
La interrupción de alguno de los tratamientos por falta de
eficacia o por aparición de algún efecto secundario no implica que cualquiera
de los otros no vaya a funcionar.
También puede ocurrir que por algún motivo haya que
interrumpir temporalmente el tratamiento; pues bien, la readministración del
mismo suele conseguir de nuevo eficacia, aunque con alguno de ellos puede
ocurrir de forma más frecuente reacciones de tipo alérgico.
Estos tratamientos por diferentes motivos, entre ellos su
coste, no se pueden utilizar indiscriminadamente. Por ello, debe ser un
reumatólogo que conoce bien estas terapias quien le indique y controle su
tratamiento, que habitualmente va a seguir las guías de la Sociedad Española de
Reumatología (SER) realizadas por expertos reumatólogos en la materia.
Uno de los problemas que debemos siempre vigilar es la
aparición de infecciones. Concretamente cuando comenzamos a utilizar estas
terapias observamos un aumento del número de casos de tuberculosis.
Habitualmente, su reumatólogo le realizará las pruebas de despistaje de esta
enfermedad (mantoux y radiografía de torax) previo al uso de estos
tratamientos.
En un futuro el planteamiento será la curación y no
sólo el del control o la remisión de la enfermedad. Una de las preguntas que
siempre surgen es si tienen relación con la aparición de tumores. Después de varios
años de utilización y con grandes registros con pacientes tratados en todo el
mundo, únicamente aparece un riesgo muy bajo para el desarrollo de tumores de
piel no melanomas, y por lo tanto perfectamente curables.
En cuanto a su administración durante el embarazo o
lactancia, aunque está contraindicada, los embarazos comunicados de pacientes
que reciben este tratamiento no han puesto en peligro el curso del mismo, y
tampoco parece que aumente el riesgo de malformaciones en el feto.
Aunque estos nuevos tratamientos han supuesto un gran avance
en el tratamiento de estas enfermedades, todavía queda un largo camino por
recorrer para conocer más en profundidad el origen de estas patologías, para
que en un futuro el planteamiento sea la curación y no sólo el control o la
remisión de la enfermedad.
Avanzando en
diagnóstico precoz
Una nueva herramienta de medida consensuada por
especialistas a nivel mundial, posibilita detectar la artritis desde los
momentos iniciales. Este hecho supone un gran avance ya que la anterior
clasificación sólo era útil para pacientes que padecían la enfermedad ya
evolucionada. Todo ello favorece afrontar los importantes desafíos de mejorar
el pronóstico de la artritis e instaurar el tratamiento de forma precoz. Además,
redunda en la consecución de la meta principal en el tratamiento del paciente
con AR: maximizar a lo largo del tiempo la calidad de vida relacionada con la
salud a través del control de síntomas.
El tratamiento precoz
es más efectivo
Los reumatólogos (SER) elaboran periódicamente un consenso
sobre fármacos biológicos e indican cuál es el tratamiento más aconsejable para
esta dolencia reumática, que es la combinación de un fármaco modificador de la
enfermedad (FAME) como es el metotrexato -terapia estándar para el tratamiento
de la artritis reumatoide- con fármacos biológicos como son los anti-TNF
(inhibidores del factor de necrosis tumoral) desde el momento más precoz
posible. Señalan estos expertos que para lograr el resultado más óptimo es
necesario un acceso rápido a un tratamiento especializado, algo que se puede
lograr a través de las Unidades de Artritis Reumatoide Precoz disponibles en la
actualidad en diversos hospitales. El objetivo es abordar la enfermedad desde
los estadios más tempranos para alcanzar su remisión o conseguir menor grado de
actividad de la misma.
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