sábado, 12 de abril de 2014

TRATAMIENTO DE LA ESPONDILOARTRITIS

Alrededor del 2% de la población puede estar afectada por artritis reumatoide o alguna de las espondiloartritis (espondilitis anquilosante, artritis psoriásica, artritis reactiva, artritis asociada a enfermedad inflamatoria intestinal y espondiloartritis indiferencida). Son enfermedades inflamatorias crónicas con capacidad destructiva y que pueden condicionar una importante merma física y psicológica.
Por ello no se deben escatimar esfuerzos en buscar un conocimiento más profundo de estas enfermedades, en aras de conseguir los tratamientos más eficaces.
Hasta la fecha no disponemos de tratamientos curativos, pero en los últimos años el avance en el conocimiento de cómo se producen los síntomas y el daño en estas patologías, ha llevado al desarrollo de nuevas terapias más eficaces para el control de estas enfermedades reumáticas.
La interrupción de alguno de los tratamientos por falta de eficacia o por aparición de algún efecto secundario no implica que cualquiera de los otros no vaya a funcionar
A los tratamientos químicos de uso común, todavía importantes, como el metotrexato, la sulfasalacina, la leflunomida, los antiinflamatorios no esteroideos, los corticoides etc, en los últimos años se han ido sumando diferentes terapias conocidas como biológicas. Estos tratamientos se llaman así porque son producidos por técnicas de biología molecular.
Existen varios tipos de tratamientos que se diferencian por su diana de acción. En la artritis reumatoide y las espondiloartritis, nuestras propias células producen unas sustancias que se llaman citocinas, algunas de ellas son las responsables de la inflamación (proinflamatorias) como el TNF alfa, la IL-6, la IL-1. Pues bien, estas terapias biológicas lo que hacen es bloquear selectivamente alguna de estas sustancias o intentar bloquear el mecanismo de activación de esas células productoras o a algunas de esas células específicamente. Estos tratamientos son anticuerpos, algunos humanizados y otros quiméricos (con una parte de su molécula producida del ratón) o proteínas, que van a bloquear esos mecanismos productores de inflamación.
No se deben escatimar esfuerzos en buscar un conocimiento más profundo de estas enfermedades
Las terapias con las que existe más experiencia por su amplio uso mundial y por el tiempo que se llevan utilizando son concretamente las que bloquean el TNF alfa, es decir los tratamientos antiTNF alfa. Otros tratamientos biológicos bloquean la estimulación de las células para que no fabriquen esas sustancias, o inhiben la IL-6 o bloquean a unas células determinadas como los linfocitos CD-20.

¿Es alguna más eficaz y segura?

Todas estas terapias biológicas han demostrado una eficacia superponible, con un perfil de seguridad (es decir de efectos adversos) muy parecido, aunque como ya he comentado antes, la terapia antiTNFalfa es la que soporta una mayor experiencia en cuanto a número de pacientes tratados y tiempo desde que se lleva usando. Su reumatólogo le explicará perfectamente los pros y los contras a la hora de elegir cuál es el que más se adecua a su caso.
Debe ser un reumatólogo que conoce bien estas terapias quien le indique y controle su tratamiento
La interrupción de alguno de los tratamientos por falta de eficacia o por aparición de algún efecto secundario no implica que cualquiera de los otros no vaya a funcionar.
También puede ocurrir que por algún motivo haya que interrumpir temporalmente el tratamiento; pues bien, la readministración del mismo suele conseguir de nuevo eficacia, aunque con alguno de ellos puede ocurrir de forma más frecuente reacciones de tipo alérgico.
Estos tratamientos por diferentes motivos, entre ellos su coste, no se pueden utilizar indiscriminadamente. Por ello, debe ser un reumatólogo que conoce bien estas terapias quien le indique y controle su tratamiento, que habitualmente va a seguir las guías de la Sociedad Española de Reumatología (SER) realizadas por expertos reumatólogos en la materia.
Uno de los problemas que debemos siempre vigilar es la aparición de infecciones. Concretamente cuando comenzamos a utilizar estas terapias observamos un aumento del número de casos de tuberculosis. Habitualmente, su reumatólogo le realizará las pruebas de despistaje de esta enfermedad (mantoux y radiografía de torax) previo al uso de estos tratamientos.
En un futuro el planteamiento será la curación y no sólo el del control o la remisión de la enfermedad. Una de las preguntas que siempre surgen es si tienen relación con la aparición de tumores. Después de varios años de utilización y con grandes registros con pacientes tratados en todo el mundo, únicamente aparece un riesgo muy bajo para el desarrollo de tumores de piel no melanomas, y por lo tanto perfectamente curables.
En cuanto a su administración durante el embarazo o lactancia, aunque está contraindicada, los embarazos comunicados de pacientes que reciben este tratamiento no han puesto en peligro el curso del mismo, y tampoco parece que aumente el riesgo de malformaciones en el feto.
Aunque estos nuevos tratamientos han supuesto un gran avance en el tratamiento de estas enfermedades, todavía queda un largo camino por recorrer para conocer más en profundidad el origen de estas patologías, para que en un futuro el planteamiento sea la curación y no sólo el control o la remisión de la enfermedad.

Avanzando en diagnóstico precoz

Una nueva herramienta de medida consensuada por especialistas a nivel mundial, posibilita detectar la artritis desde los momentos iniciales. Este hecho supone un gran avance ya que la anterior clasificación sólo era útil para pacientes que padecían la enfermedad ya evolucionada. Todo ello favorece afrontar los importantes desafíos de mejorar el pronóstico de la artritis e instaurar el tratamiento de forma precoz. Además, redunda en la consecución de la meta principal en el tratamiento del paciente con AR: maximizar a lo largo del tiempo la calidad de vida relacionada con la salud a través del control de síntomas.

El tratamiento precoz es más efectivo

Los reumatólogos (SER) elaboran periódicamente un consenso sobre fármacos biológicos e indican cuál es el tratamiento más aconsejable para esta dolencia reumática, que es la combinación de un fármaco modificador de la enfermedad (FAME) como es el metotrexato -terapia estándar para el tratamiento de la artritis reumatoide- con fármacos biológicos como son los anti-TNF (inhibidores del factor de necrosis tumoral) desde el momento más precoz posible. Señalan estos expertos que para lograr el resultado más óptimo es necesario un acceso rápido a un tratamiento especializado, algo que se puede lograr a través de las Unidades de Artritis Reumatoide Precoz disponibles en la actualidad en diversos hospitales. El objetivo es abordar la enfermedad desde los estadios más tempranos para alcanzar su remisión o conseguir menor grado de actividad de la misma.


No hay comentarios:

Publicar un comentario